i d e a s e n t r e l a z a d a s

Ella trata de entender lo que alguien le cuenta, pero su cabeza no está donde debería. Ella cree ver mundos que en realidad no existen, mundos que no son más que lo que ella desearía fuese la realidad. Ella intenta saborear el sonido del viento al enredar los pensamientos que se agolpan a sus pies. Ella lo observa en sus ideas, lo anhela, lo odia y lo busca desesperadamente dentro de la mirada de cada persona. Ella ansía tanto fundirse con su calidez distante que siente que le duele más allá de lo imaginable la distancia casi inexistente que los separa.

Ella suspira. Muchas veces se olvida de que él no es más que un trocito apagado de su desesperación. Tan sólo ese punto fijo en su horizonte que le recuerda porqué debe luchar por lo que es.

Él no es más que una historia en su cuaderno o un dibujo en el asfalto. Él no alcanza ser más que las formas que trazas cuando no piensas en nada en concreto. Él lo es todo, pero a la vez no es absolutamente nada.

Al fin y al cabo, ella no ama a las personas, ama lo que tienen que contar, ama las situaciones que nos susurran momentos y a las ilusiones que se alimentan del brillo de nuestros ojos.

Porque su nombre es Magia.